¡Hola! Soy yo, Diana Camila. Quizá tú pienses que soy muy chiquita para recordar cosas… pero mi corazón guarda imágenes como si fueran pompas de jabón que flotan y brillan cuando cierro los ojos. Hoy quiero contarte sobre mi primer gran aventura: mi viaje a Miami.br Todo comenzó en un avión que rugía como un dragón dormido… y aunque yo no sabía exactamente qué era volar, me sentí como un copito de nube que flotaba sobre el mundo. Mi papi me sostuvo fuerte y yo sentí que juntos íbamos a descubrir algo maravilloso.br Cuando llegamos, ¡todo era tan grande! Visitamos unos lugares llamados “mall”, que parecen castillos llenos de colores, luces, ropa y juguetes que casi hablan. Yo miraba todo desde mi cochecito, y aunque no hablaba mucho, mi mirada decía: “¡Este es mi reino!”br Después, fuimos al Zoo de Miami, donde conocí animales que solo había visto en libros mágicos. Vi flamencos que caminaban como si bailaran sobre zancos rosados, un elefante que me regaló una mirada enorme, y unos monos que parecían querer jugar conmigo. Mi papi me decía el nombre de cada uno como si me estuviera presentando a amigos nuevos.br Y luego, como si el cielo decidiera ponerse traje de sol, llegamos a Miami Beach. El agua era tan brillante que casi podía escucharla reír. Yo sentí la arena fría en mis piecitos, y aunque no caminé mucho, sabía que estaba pisando pedacitos de luna.br Fue mi primer viaje, pero también fue mi primer poema de vida: cada lugar era una estrofa, cada momento, una estrella. Y cada paso, la risa de papi dibujando magia a mi alrededor.br Yo soy Camila, y aunque aún no hablo todo lo que siento, papá sabe leer mi alma... porque él fue quien me llevó a volar antes de que supiera caminar.