Dejemos de ser sabelotodo y seamos servidores humildes de amor hacia los que sufren y cuidemos a los niños y ancianos, a los enfermos y a los débiles. Amemos a las plantas, animales y a este bendito planeta que tanto amor nos da. Dejemos de hablar de lo espiritual y vivamos la espiritualidad. Dejemos de ser hipócritas y practiquemos la honestidad con nosotros mismos y con los demás. br br Servir es la oportunidad más elevada de un ser humano para manifestar su gratitud y amor al creador. Cuando quieras saber algo de alguien no mires sus títulos sino sus obras. La comunión entre los seres humanos se manifiesta cuando cada uno comprende que su importancia como ser vivo no se superpone a la del otro, sino que se complementa en el aporte que cada uno debe hacer con lo que es en esencia y con lo que se recibe por gracia divina. br br La unión hace la fuerza, y la unión es para la construcción de una civilización basada en el amor, la paz y la hermandad, en armonía con EL CREADOR y todo lo creado. Cuando amemos de forma humilde y sincera, se manifestará en nosotros una energía esencial que nace del amor y la humildad: La verdad. La verdad nos traerá el discernimiento y abandonaremos nuestra mediocridad y pobreza de espíritu. br br Actuemos con honestidad y congruencia para que nuestras acciones prediquen y den sustento a nuestras palabras. No importa en absoluto quienes somos, sino el servicio que prestamos día a día. Lo que importa es la tarea realizada, las obras y el mensaje dejado a través de nuestras obras de amor. br br Jamás es importante el mensajero. Dejemos de darnos demasiada importancia cuando el único importante es Dios. Dejemos de exponer títulos otorgados por hombres y muchas veces comprados y no ganados en la legitimidad para dar paso a un accionar en la humildad, la paz y el amor que nuestras acciones le hablaran a los demás acerca de quiénes somos y para quien trabajamos. br br Si estamos con Dios, quién contra Dios? Si Dios está con nosotros, quien contra nosotros? Empecemos a tomar conciencia que somos seres de amor, que nadie es más que nadie, que ante los ojos de Dios todos somos iguales y que ni nuestros títulos ni posesiones le importara a Dios, nuestro Padre, en la hora de nuestra partida. Es un tiempo de obras y no de palabras bonitas. br br br Primero hay que ser rectos por la fe antes de obrar con rectitud en la vida cotidiana de los mortales de la tierra. Las cosas divinas hay que amarlas para poder conocerlas. br br Aprovechemos el tiempo que nuestro Padre nos ha concedido para amar y servir a todos y a todo, especialmente a todo aquél que sufre. Mostremos como ellos también pueden retornar al hogar del Padre al que todos pertenecemos, aunque lo hayamos olvidado. br br YO SOY EL QUE SIRVE EN HUMILDAD, LA VOLUNTAD DEL PADRE. AMEN. Maestro Eric. www.aguilasdecristo.