Egipto se prepara hoy para una nueva jornada de protestas. Esta tarde cientos de islamistas partirán desde varias mezquitas, protestando contra el golpe de estado que derrocó al líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi. Caminar por las calles de Egipto implica ver un pueblo dividido entre dos extremos: los seguidores del depuesto Morsi y los partidarios del ejército. Los levantmientos contra los tanques. Los seguidores de la Hermandad Musulmana denuncian la violencia con la que actúa el ejército. "La gente salió a las calles para oponerse a la brutalidad de la evacuación de la sentada. Estoy en contra de usar la fuerza para poner fin a las sentadas. Porque esto significa que la gente va a morir. ". Mientras que los detractores de Morsi le culpan del estado del país. "La Hermandad Musulmana ha insultado la religión con su violencia, ha insultado a Egipto. Ellos demostraron que son un grupo terrorista y extremista. Están quemando el país."Pero esto es sólo lo que viven los que son partidario de unos o de otros. La mayoría de la población no se puede posicionar porque lo único que puede hacer es luchar por subsistir. "Veo una situación muy mala en todo el país. Es muy malo económica y políticamente. Yo no veo que sea una muy buena en el futuro a corto plazo para los egipcios. No me siento seguro." Los tanques y las revueltas coexisten con los disparos y los cruces de balas. El resultado: más de 800 muertos. En la madrugada de ayer el ejército volvía a usar la fuerza para desalojar la mezquita de Al Fatah, en el barrio cariota de Ramses. Dentro de ella se encontraban cientos de partidarios del depuesto Mohamed Mursi, que respondían disparando desde el minarete. Tan sólo el sonido de las balas es capaz de representar la cruda realidad que vive Egipto. Un sonido que no es más que la banda sonora de la peor de las pesadillas, la pesadilla que ocurre cuando un pueblo se separa entre extremos opuestos.