Estefanía Gutiérrez Lázaro fallece de manera muy sospechosa en el año 1991, justo después de que ella y sus compañeros decidieran experimentar con la ouija durante una actividad en su colegio. Esta práctica, que muchas personas consideran peligrosa y poco convencional, llevó a Estefanía a tener una serie de extrañas experiencias que inquietaron tanto a su familia como a sus amigos. Después de su muerte, la familia de Estefanía comienza a cuestionarse sobre lo ocurrido y se plantea si es posible que su hija haya estado sometida a una especie de posesión demoníaca. Este tipo de pensamientos y dudas no solo generan angustia en su hogar, sino que también alimentan rumores y especulaciones en la comunidad sobre la verdadera causa de su inesperado y trágico fallecimiento.