Señor, escucha mis palabras, y a mi queja pon atención. Presta oído a mi clamor, ¡oh mi rey y mi Dios! Pues a ti te imploro, Señor. Desde la mañana oyes mi voz. Desde la mañana te hago promesas y me quedo a la espera. Tú no eres un Dios al que le gusta la maldad, ni el malvado tiene en ti acogida. Los insensatos no aguantan tu mirada, detestas a los que obran la maldad.br br El Salmo 5 es un salmo penitencial en el que el salmista implora la misericordia de Dios y busca su favor. El salmo comienza con una petición de ayuda: "Escucha mis palabras, oh Señor; considera mi gemido. Escucha mi clamor, mi Rey y mi Dios, a ti te suplico" (Salmo 5:1-2). El salmista reconoce la santidad y justicia de Dios, y expresa su confianza en su bondad: "Pero por tu gran misericordia entraré en tu casa; me postraré con temor ante ti, porque el Señor es justo y ama la justicia. Los rectos verán su rostro" (Salmo 5:7-8).br br El salmo también contiene una declaración de los justos y una condena de los malvados: "Pues tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malvado no es bienvenido junto a ti. Los insensatos no pueden presentarse delante de tus ojos; detestas a todos los que hacen el mal" (Salmo 5:4-5). El salmista pide la protección de Dios contra aquellos que buscan dañarlo:: "Guía mis pasos por tu justicia, oh Señor; dírige mi camino por tu palabra. Que en mi boca no haya engaño, sino solo la verdad. Que no encuentre culpable mi corazón ante tus ojos" (Salmo 5:8-9).br br Este salmo es una oración adecuada para aquellos que buscan la protección de Dios contra sus enemigos. También nos recuerda la importancia de buscar la justicia y la santidad en nuestras propias vidas. Debemos confiar en la misericordia de Dios, pero también debemos esforzarnos por vivir de acuerdo con su voluntad.