Pero la situación cambia si la institución armada deja de ser gendarme al servicio del orden establecido y de los valores de la gran burguesía y la oligarquía; si deja de actuar como instrumento represivo contra el pueblo. Entonces los anacrónicos resortes del antimilitarismo, concepto que sirvió para dividir artificialmente a nuestras sociedades, para despojar a la posibilidad de cambio social del recurso utilizado por la dominación y exaltar de paso a un civilismo falso, saltan de inmediato y la institución armada pasa a ser demonizada. br br * Durante la cuarta república, en la larga etapa del puntofijismo, la institución armada venezolana fue prácticamente colonizada. El bipartidismo la manejó a su antojo. La penetró política e ideológicamente con lo que se llamó la institucionalidad militar, que no era otra cosa que el dominio ejercido por los partidos gobernantes sobre los mandos castrenses.